Características de los ríos  






 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 








Los ríos constituyen complejos ecosistemas fluviales que pueden albergar varios miles de especies de seres vivos y que es, por tanto, soporte de una compleja red de relaciones ecológicas.  


 

 

 

 

 

 









 

 

 

 

 




Los ríos tienen su nacimiento en zonas terrestres del interior como manantiales, áreas de surgencia en zonas montañosas, convirtiéndose después en arroyos y torrentes, o bien se originan en desagües de lagunas o lagos. Unos pocos nacen directamente de glaciares.



 

 

 

 

 

 






 

 

 

 

 

 



Estos arroyos fluyen según la gravedad y la geología del terreno. Su curso está determinado por la pendiente y se dirige, por el camino que ofrece menor resistencia, hacia la desembocadura, siguiendo las grietas y fisuras de la roca madre cerca de la superficie del suelo.

 

 

 

 

 

 

 

 








 

 

 

 

 







En las áreas montañosas, la erosión provoca recortes en la ladera haciendo el área de drenaje cada vez más grande. Los pequeños arroyos, las surgencias y el agua de escorrentía se unen y forman el nuevo arroyo.

 

 

 

 

 

 

 







 

 

 

 

 

 

 






El movimiento del agua pendiente abajo, provoca el transporte de una carga de materiales detríticos que va recogiendo de los alrededores y que modifica el cauce, haciéndolo más ancho y profundo. Este material es depositado por los arroyos en su lecho y a lo largo de sus orillas.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 









Cerca de su nacimiento, el arroyo es pequeño, recto y veloz, con cascadas y rápidos. Después, donde la corriente es menor, decrece la velocidad, los meandros son más abundantes y el arroyo deposita su carga de sedimento, limo, arena o barro.




 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 








Estos depósitos de sedimento en las cercanías del cauce, se conocen como depósitos aluviales y constituyen lo que se conoce como llanuras de inundación o aluviales , las cuales se inundan durante fases de crecida, y deben considerarse una parte del arroyo o del cauce de un río.

 

 

 

 

 

 

 





 

 











Los arroyos van uniéndose unos a otros y ensanchándose aguas abajo, hasta transformarse en ríos, pudiendo clasificarlos según su grado de confluencias. Un pequeño arroyo de cabecera sin ningún tributario constituye un arroyo de primer grado. La unión de dos arroyos del mismo orden da lugar a un arroyo de un grado superior.


 

 

 

 

 




 

 

 

 

 

 








Por ejemplo, la unión de dos arroyos de primer grado da lugar a un arroyo de segundo grado, y dos de segundo grado dan lugar a uno de tercer grado. No puede incrementarse el orden de un arroyo con la entrada de uno de un grado inferior. En general, los arroyos de cabecera presentan un rango del 1 al 3; los intermedios, del 4 al 6; y los ríos, mayor de 6.


 

 

 

 

 




 

 











La velocidad de un río o arroyo decrece bruscamente cuando fluye dentro del mar o un lago. El río se ve forzado a depositar sus sedimentos en áreas en forma de abanicos alrededor de su desembocadura, constituyendo así un delta. Como resultado, el delta se convierte en un área de pequeñas lagunas, ciénagas e islas pantanosas.


 

 

 

 

 




 

 

 

 

 

 








La cuenca de drenaje es la superficie de terreno que llega a drenar un arroyo o un río. Cada cuenca es diferente y se caracteriza por la cubierta vegetal, la geología, los suelos, la topografía y el uso del suelo que de ella se hace. Los arroyos y los ríos determinan la ruta de drenaje. Las lagunas, los lagos y los humedales, actúan como cubetas receptoras.


 

 

 

 

 

 




 

 











De esta forma, las cuencas de drenaje incluyen tanto sistemas lóticos o de aguas corrientes, como sistemas lénticos o de aguas tranquilas.