Sección 2: Estructura  




 

 

 

 

 










La estructura de un río o arroyo depende fundamentalmente de la velocidad de la corriente, la cual, a su vez se ve afectada por la forma, la pendiente, la anchura, la profundidad, la rugosidad del lecho, la intensidad de las precipitaciones y el ritmo de deshielo.  



 

 

 

 

 










Pueden considerarse arroyos rápidos aquello cuya velocidad de flujo es igual o superior a 50 cm/s, produciendo un efecto de remoción sobre todas aquellas partículas con un diámetro inferior a 5 mm, dejando tras de sí un lecho pedregoso. Esta corriente mueve guijarros y cantos, friega el lecho del arroyo , y excava nuevas orillas y canales.




 

 

 

 

 

 







A medida que la pendiente decrece, y la anchura, la profundidad y el caudal aumentan, el limo y la materia orgánica en descomposición se acumula en el fondo. El carácter del arroyo cambia notablemente de las aguas rápidas a las lentas, los hábitats de ambas son distintos, al igual que las especies asociadas a los mismos, aunque exista gran influencia entre los procesos que ocurren en los dos.

 





 

 

 

 

 

 










En las aguas rápidas predomina la producción primaria sobre la descomposición. El papel principal lo asume el perifiton (principalmente organismos de origen vegetal como diatomeas, cianobacterias y musgos acuáticos, adheridos a piedras y troncos o desplazándose entre ellas). El perifiton tiene la misma importancia que el fitoplancton en lagos y charcas.




 

 

 

 

 

 

 









Por encima y por debajo de las aguas rápidas están las aguas lentas o pozas, en ellas el proceso predominantes es el de descomposición. Son cubetas de recepción de restos orgánicos ya que la velocidad permite la deposición de sedimentos. En ellas, se produce una gran producción de dióxido de carbono durante el verano y otoño que es necesario para el constante suministro de bicarbonato disuelto en el agua.



 

 

 

 

 

 









La mayor parte del carbono inorgánico de las aguas rápidas está en forma de sales carbonatadas y bicarbonatadas y está influido por la naturaleza del terreno circundante (presencia aguas subterráneas) y la descomposición que ocurre en las pozas. Estos arroyos ricos en carbonatos y bicarbonatos (pH elevado) albergan mayor vida acuática que un arroyo de aguas ácidas con menor cantidad de nutrientes.




 

 

 

 

 

 









El oxígeno disuelto en las aguas rápidas es alto, a menudo cercano al nivel de saturación para su temperatura. En pozas profundas o contaminadas el oxígeno disuelto muestra una reducción significativa. La temperatura del agua está muy influenciada por las áreas expuestas a la luz solar, condicionando la presencia de organismos que prefieren aguas calientes o frías.





 

 

 

 

 

 











Los animales que habitan aguas rápidas requieren concentraciones de oxígeno elevadas, y circulación de agua para mantener sus superficies de absorción y respiración en contacto continuo con el agua aireada. De lo contrario, alrededor de sus cuerpos se adhiere una película de líquido empobrecido en oxígeno.






 

 

 

 

 

 










Los organismos presentes en aguas corrientes han desarrollado adaptaciones únicas para permanecer en su sitio sin ser arrastrados corriente abajo. Formas hidrodinámicas que permiten el paso de la corriente a través de ellos (algunos ciprínidos), formas larvales de insectos que se aferran debajo de las piedras o al propio sustrato o construyen estuches protectores de arena o grava.





 

 

 

 

 

 









Entre las plantas, los musgos acuáticos (Fontinalis) y algas filamentosas altamente ramificadas se adhieren a las rocas mediante fuertes enganches. Otras algas crecen en colonias en forma de cojinetes o en láminas apretadas que se cubren con un manto gelatinoso resbaladizo que contornea  piedras y rocas.







 












En arroyos de aguas lentas, los peces se caracterizan por cuerpos comprimidos lo que les permite moverse fácilmente a través de la vegetación. Caracoles y efemerópteros viven ahora debajo de las piedras. Aparecen también nuevos organismos como peces que se nutren del fondo como el barbo, o zapateros que habitan aguas quietas y remansos.