Durante la última década ha aumentado el empleo
de dióxido de cloro en la desinfección aunque sigue siendo un sistema
minoritario. El ClO2
es un gas pesado, amarillo rojizo de olor desagradable y picante. Es un agente oxidante
poderoso y además se ha demostrado eficaz para controlar olores y sabores
originados por contaminación química, especialmente la producida por
compuestos de tipo fenólico.
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